previous | home
Carlos D. Pérez
SIETE LUNAS DE SANGRE
Alimentada poco más que a pan y agua a través de un boquete, las puertas y ventanas tapiadas con piedra salvo unas ranuras en lo alto, con cuatro cadalsos erigidos en las esquinas del castillo para indicar que dentro había una condenada, alternando veranos sofocantes con la inclemencia de los inviernos en compañía de murciélagos y alimañas, ausente de ruegos, carente de culpa y sin esperanza, tres años y medio aún duró la Condesa.
Con la voz saliendo de la penumbra, en un momento quiso la presencia de testigos y con qué escribir. Redactó su testamento mientras en silencio aguardaban al otro lado del muro. Al mes siguiente, una crónica consignaba: Erzsébet Bàthory, esposa del alto señor Ferencz Nádasdy, Magistrado del Rey y Caballero Mayor, de estado viuda, infame homicida, murió sin cruz ni luz la noche del 21 de agosto de 1614.
El creciente de la séptima luna se convirtió en augurio de lo siniestro. Encerrado su nombre en la memoria cabizbaja del olvido, Erzsébet Bàthory alcanzó la permanencia en el destino de lo impronunciable.
previous | home
Copyright 1999 by Carlos D. Pérez. All rights reserved.
